Natalicio del Dr. Raúl Oliveri

Raúl Oliveri (1929-2013)
In Memoriam

Dr. Hernán C. Doval MTSAC
Director de la Revista Argentina de Cardiología

En forma inesperada y trágica fallece este 5 de mayo Raúl Oliveri. Si bien la medicina se nos aparece como un oficio técnico situada en la encrucijada de muchas ciencias y el desarrollo histórico de un esfuerzo colectivo, hay hombres que contribuyen a imprimirles una brusca aceleración con su empuje personal; entre ellos se contaba Raúl Oliveri.
Los que participamos desde el inicio en su plan estratégico para poner a tono el Servicio de Cardiología del Hospital Italiano de Buenos Aires, y a su través a la cardiología argentina, con el rápido e impresionante desarrollo de la cardiología mundial, conocíamos muy bien que además de un médico cardiólogo apasionado, "el Rulo" (como lo llamábamos en el servicio) era un hombre que cultivaba las letras y las artes y mantenía un fuerte compromiso político por la realidad argentina.

PEQUEÑA RESEÑA MÉDICA
En una pequeña reseña de sus logros médicos deberíamos empezar comentando que creó y asumió la jefatura de la segunda unidad coronaria de la Argentina, como escribió en memoria de su amigo "Quique" (refiriéndose a Carlos Bertolasi): "Nos conocimos en uno de los Congresos de la SAC e inmediatamente surgió entre nosotros una mutua corriente de simpatía y respeto profesional. Poco después él inauguraba en el Hospital Argerich la primera unidad coronaria de la Argentina.
Yo lo seguí y al año siguiente (1966) inauguré la unidad coronaria del Hospital Italiano." Rápidamente desarrolló la investigación de la fisiopatología de la falla de bomba con la hemodinamia al lado de la cama, que mereció el Premio de la Sociedad Argentina de Cardiología del año 1970 por el tema: "Insuficiencia cardíaca del ventrículo izquierdo en el infarto agudo de miocardio". A su vez, se reconoció la extensa experiencia clínica en 1973 con el Premio "Beta" de la Sociedad Argentina de Cardiología, "Ruptura del septum interventricular en el infarto agudo de miocardio".
Incorporó, por primera vez en la unidad coronaria, un novedoso ecógrafo modo "M" (Ekoline), con el que intentamos medir la relación simultánea de la presión (capilar pulmonar)-volumen (ecocardiografía) del ventrículo izquierdo y de esa manera calcular su pendiente de distensibilidad durante el IAM.
Fue pionero al instalar un moderno equipo de hemodinamia en el que realizaron las primeras angiografías coronarias los doctores Fierens y Leguizamón, discípulos argentinos del creador de la coronariografía, el Dr. Mason Sones.
En el Servicio de Cirugía Cardiovascular, a fines de 1968, el Dr. Suárez (adiestrado en los Estados Unidos) realizó, en un paciente con angina refractaria, el implante de un segmento de vena safena termino-terminal en la coronaria derecha, primeros tanteos de lo que después sería el logro más famoso del Dr. Favaloro, el puente venoso aortocoronario. Merece recordarse que a mediados de 1969, en su paso transitorio por la Argentina, René Favaloro realizó en el servicio varios implantes intramiocárdicos de la arteria mamaria interna (técnica de Vinberg), e incluso el bypass aortocoronario (coronary artery bypass graft, CABG) que ya había comenzado a realizar en la Cleveland Clinic de Estados Unidos.
Tuvo especial cuidado en infundir en el servicio un ambiente de franca discusión, abierta y sin trabas, ya sea en la cama del paciente o en los ateneos clínicos. Se ocupó de mantener ateneos abiertos a la discusión con cardiólogos de otros servicios y con pacientes de los participantes.
En 1981 se publica el libro que se llamó "Cardiología Clínica del Adulto", donde se delinean los diferentes síndromes cardiológicos, ilustrados con la experiencia recogida en el servicio durante estos años. Su espíritu de camaradería se ve expresado en la posición de tapa de los siete autores, donde se siguió un estricto orden alfabético. El prólogo decía: "Integrantes todos nosotros del Servicio de Cardiología del Hospital Italiano desde hace muchos años, hemos participado de su crecimiento a través del tiempo contribuyendo, dentro de nuestras posibilidades, a otorgarle ciertas características que consideramos inherentes a la tarea médica. Por una parte hemos intentado adecuarnos a la avasalladora revolución científico-técnica de nuestros días, tratando de lograr un nivel aceptable y acorde con las limitaciones propias del país dentro del cual desarrollamos nuestra actividad. Pero tal vez el elemento esencial dentro de la ideología médica de los autores reside en un profundo respeto por el enfermo en su doble condición de individuo sufriente enfrentado a sus limitaciones físicas y a la posibilidad de su propia muerte y, en su carácter social, regido por sus responsabilidades personales, familiares y laborales. Tal concepción define una conducta y una ética humanística, en el verdadero y profundo sentido de la palabra, que signan nuestro accionar profesional y que tratamos de inculcar en las generaciones de médicos jóvenes que como residentes o becarios del país o del extranjero acuden año tras año a nuestro Servicio en busca de la capacitación técnica que les permita desempeñarse como cardiólogos en las más diversas latitudes."
La unidad coronaria del Hospital Italiano de Buenos Aires fue una verdadera escuela médica cardiológica, donde se formaron no solo una innumerable cantidad de residentes, becarios y rotantes de otros servicios, sino también enfermeras altamente especializadas y técnicos en cardiología, incluyendo a los técnicos especializados en la colocación de catéteres, ya sean centrales o de Swan-Ganz, y el balón de contrapulsación intraaórtico.
Logró construir e instalar integralmente la Unidad de Cuidados Intensivos Cardiológicos más grande del país, en la amplia planta baja del llamado hospital nuevo (edificio construido con el dinero que la FIAT tenía destinado al rescate frustro de Oberdan Salustro), con la financiación obtenida por la fundación "ProCor", creada y dirigida por él para financiar las actividades del servicio. En esa amplia unidad se prosiguió con la integración en el manejo conjunto de los pacientes clínicos y de cirugía cardiovascular.
En la unidad coronaria, diseñada y planificada en todos sus detalles por Raúl, todavía, al recorrer su amplio pasillo central, se puede disfrutar con deleite de la hilera de cuadros de pintores impresionistas que él seleccionó.
En 1999 publica su obra principal, "Insuficiencia Cardíaca", un tratado completo que recorre desde la biología molecular hasta los más novedosos tratamientos, convocando a todos los autores nacionales y una gran parte de los extranjeros vinculados con el tema. Como Jay Cohn escribe en el prólogo: "Este libro llega, por lo tanto, en un tiempo propicio. Brinda un análisis pormenorizado de la mayoría de los temas que preocupan a los científicos y a los médicos del mundo, pero mantiene sus raíces en la Argentina y Latinoamérica, ya que su información proviene de expertos líderes médicos sudamericanos."
Desde 1998 a 2002 dirigió la Revista Argentina de Cardiología y le imprimió un giro copernicano, consolidando un equipo que se mantuvo estable estos últimos 15 años e intentando convertir a la RAC en una revista cardiológica realmente leída en el país, líder en Latinoamérica y con posibilidad de reincluirla en el Index Medicus.

NOTAS DE SU VIDA PERSONAL
Me contaba que, en su temprana adolescencia, seguía el desarrollo de la Segunda Guerra Mundial escuchando la radio y colocando alfileres con banderitas de los diferentes ejércitos combatientes sobre un mapa de Europa. También comentó su inmenso alivio y entusiasmo al comprobar el desplazamiento de las banderitas del ejército rojo rompiendo el cerco de Stalingrado, con su posterior avance incontenible hasta Berlín. No sé de cuándo, pero posiblemente ya de esa época fue simpatizante de la hazaña del pueblo soviético y luego miembro del partido comunista argentino.
En el interregno entre las dictaduras militares de Onganía y Videla, en la presidencia de Cámpora y la final de Perón, transcurrió un período complejo pero con gran efervescencia y esperanzas de inmensas masas. Recibieron el primer balde de agua fría a la llegada de Perón el 20 de junio de 1973, con la llamada masacre de Ezeiza. De la que fui testigo presencial, como médico de unidad coronaria, en el escenario montado en el puente anterior al aeropuerto esperando el arribo en una ambulancia del Hospital Argerich. En ese período el jefe de Cirugía Cardiovascular era el Dr. Domingo Liotta y recibimos a una delegación de cardiólogos y cirujanos cardiovasculares de China Popular, que actualizaron sus destrezas en la unidad coronaria y se llevaron consigo el conocimiento técnico para confeccionar las válvulas biológicas de cerdo, que había desarrollado el propio Dr. Liotta y que se construían en el Servicio de Cirugía Cardiovascular. En esa época viajó en delegación a China Popular y se entrevistó personalmente con Chou En-lai, el compañero de Mao Tse-tung y constructor de la China moderna. Al volver, a pesar de que los chinos consideraban a la URSS social-imperialista (socialista de palabra pero imperialista en los hechos), concepto repudiado por el PC prosoviético al que pertenecía, reconoció, en una charla pública hospitalaria, los inmensos avances de la revolución china en distintos aspectos y especialmente en la medicina, con la introducción de los "médicos descalzos" en las comunas campesinas, luego de la revolución cultural.
Posterior al 24 de marzo de 1976, en los oscuros años de la dictadura militar, desaparecieron varios médicos asistenciales, algunos que fueron a buscar dentro del mismo hospital. En esa situación, durante un tiempo, asistió al servicio con un revólver disimulado entre sus ropas.
En la década de los ochenta me comentó que participaba en un grupo de estudio sobre los análisis teóricos de Antonio Gramsci y luego de la implosión de la URSS renuncia, desilusionado, al PC. Lo recuerdo yéndose solitariamente del hospital, luego de su jubilación, llevándose bajo el brazo el cuadro de Manet, "Claude Monet pintando en su barcoestudio", que estaba en la pared de su despacho.
Tenía una gran pasión por construir, no solo servicios sino también grupos humanos, rodeándose de las mejores personas para lograr sus fines, aunque no coincidieran con él o pudieran eventualmente hacerle sombra. Los grupos que reunió se mantuvieron en el tiempo, a pesar de las diferencias personales y las pequeñas miserias e injusticias de toda institución.
No disputó por acumular cargos y sus esfuerzos no recibieron la consideración que merecía, tanto en su hospital al que impulsó hacia su situación actual, como de la cardiología argentina que ayudó a desarrollar.
Sus últimos años fueron de penurias económicas, en gran parte porque sus ahorros que mantenía un amigo, con el cual no había firmado ningún documento, cuando fallece sus descendientes no reconocen su propiedad. Quizá pecó de la misma ingenuidad y confianza de los chacareros que comentaba su padre que, como escribano en la ciudad de San Pedro, guardaba en su caja fuerte los "fajos de billetes" que le traían después de las cosechas y se ofendían cuando les ofrecía un recibo por lo depositado, porque les bastaba con su palabra.

TODAVÍA HAY ALGO MÁS
En todos sus escritos se puede apreciar su manera elegante de escribir, y sus cualidades literarias y al hablar de Borges se referencia a sí mismo cuando escribe "Y aun cuando no se refiera a su propia muerte podemos percibir en su relato que él, de alguna manera, la intuye en esa muerte ajena que le arrebata a una persona querida..." El pensaba realmente que "El médico aprende a aceptar y valorar la inmensidad inasible de la vida. El humanista se relaciona con su paciente desde la comprensión profunda de la incertidumbre del indicio que acerca la realidad de la muerte. Quien no lo hace podrá ser un erudito en medicina pero nunca un médico." Y finaliza diciendo: "En este intercambio humano no dimensionable entre dos seres, uno que confía y otro que protege, está en gran parte el secreto de la atención médica humana y razonable." Parafraseando la cita de Jacinto Benavente, "Al morir tan solo nos queda lo que hemos dado", nosotros, los que hemos recibido, siempre te agradeceremos tu paso por esta vida y por nuestras vidas.

Fuente: Dr. Hernán C. Doval MTSAC para Revista Argentina de Cardiología